Parkinson y «muerte laboral»

Vistas desde el Castell de Montsoriu (Montseny)

Post número 187

De nuevo con vosotros. Esta vez para reflexionar un poco sobre la que podríamos llamar «muerte laboral» anticipada; en mi caso sobrevenida con tan sólo 49 años, y después de tan solo dos años de estar diagnosticado de esta enfermedad tan compleja como es la enfermedad de Parkinson.


Después de hablar largo y tendido con los médicos de la empresa donde trabajaba y con la doctora de familia del ambulatorio donde me visitan, tramité la solicitud de la incapacidad y al cabo de muy poco tiempo recibí la resolución por la que me concedieron la incapacidad permanente en grado de absoluta para todo trabajo. Es decir, dadas las limitaciones físicas y psicológicas que ya me había producido la enfermedad (enfermedad que recordemos que además es degenerativa), resolvieron que yo ya no podría trabajar en o de nada más.


Todos estos años, mediante este mismo blog, leyendo otros blogs y otras publicaciones, asistiendo a multitud de conferencias no he visto que se hable y o se trate de forma suficiente esta baja médica para toda la vida cuando sobreviene de forma absolutamente inesperada y en edad productiva (Parkinson joven). Y los impactos son múltiples y graves.


Quién no se ha preguntado cosas como las siguientes:
¿Cuál es el coste económico de una dependencia?
¿Cómo podemos asegurarnos los mejores cuidados?
¿Qué estrategia financiera y de inversión es posible acometer para ganar tranquilidad a futuro? ¿existe esa posibilidad?

Como decía, habría que tratar el impacto económico y financiero actual y futuro (con hipótesis), cómo afecta a la persona y a la familia el dejar de percibir una remuneración laboral o profesional determinada, el dejar de poder proyectar esa remuneración incrementada por el coste de la vida y en muchos casos por previsibles promociones profesionales (mejorar o incrementar de categoría profesional). Modificar esa entrada de recursos en concepto de sueldo por un concepto distinto llamado pensión por incapacidad (siempre o casi siempre bastante inferior). Y esto sólo es el principio porque hay que pensar y en incluir en las variables de ingresos y costes proyectados, el impacto de la más que segura pérdida de autonomía personal y el consiguiente incremento de la dependencia y los gastos que ésta nos producirá.

Hay que pensar en cómo se reorganiza el núcleo familiar, dónde y quién nos va a cuidar y cómo va a afectar ese impacto en nuestra economía familiar.

Es complejo porque cabría hablar con cierta profundidad del marco legal, de la Ley de la dependencia (Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en situación de Dependencia) que creó el actual sistema para la Autonomía y atención a la Dependencia o SAAD, qué niveles de protección existen, qué requisitos deben acreditarse para acceder a las ayudas reguladas en esta Ley, cómo se solicitan, qué prestación de servicios (o económicas) existen, etc.

Y todo lo anterior se podría llegar a complementar con algún seguro privado o similar, si bien por desgracia habitualmente no nos quedan fondos ni capacidad de ahorro suficiente para ello.

Adicionalmente se produce otro tipo de impacto igual o más grave, como suele ser el impacto emocional, el impacto en nuestro estado de ánimo. No tener más obligaciones ni por tanto responsabilidades profesionales, y al mismo tiempo dejar de tener retos, objetivos, ambiciones y los logros o fracasos que en su caso se pudieran derivar. Todo ello impactará en mayor o menor medida, en función del grado de creatividad que tenga cada uno, del tipo y número de aficiones que se tengan y, sobre todo, de la capacidad de adaptación y de la resiliencia de cada uno. Cada uno y cada caso es diferente.


Debemos tener metas, objetivos, ilusiones que den sentido a nuestras vidas, que motiven el que cada día nos levantemos con ganas de seguir mirando el presente con alegría, concentrándonos en todo lo que aún podemos hacer hoy y en el futuro inmediato.


A ver si más adelante puedo preparar un post que desarrolle un poco más todo el marco económico y financiero regulado y otro que trate los efectos y problemas emocionales más relevantes que se producen de esa «muerte laboral» anticipada…..

Hasta pronto

4 comentarios sobre “Parkinson y «muerte laboral»

  1. Interesante reflexión con diferentes matices. Quizás la decisión más dificil que tomé fue solicitar la jubilación por enfermedad. Puede que haya quién no lo entienda, pero me gustaba mi trabajo (maestra ) aunque me agotase y no tenía intención de dejarlo. Después, empiezas a valorar el cuidarte más. Y a pesar de la enfermedad, terminas por disfrutar de esta nueva etapa de tu vida. Hasta pronto
    Rosa (Con P de Párkinson)

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